Las diferencias ideológicas y declaraciones cruzadas entre los gobiernos de Gustavo Petro y Dina Boluarte agudizan el deterioro de las relaciones entre ambos países andinos.

La relación diplomática entre Colombia y Perú atraviesa uno de sus momentos más críticos en los últimos años. Las tensiones han escalado por cuenta de constantes roces ideológicos, señalamientos directos y decisiones gubernamentales que han debilitado el vínculo entre ambos países vecinos.

El punto más reciente de fricción se desató tras nuevas declaraciones del presidente colombiano Gustavo Petro, quien volvió a referirse a la destitución del expresidente peruano Pedro Castillo como un “golpe parlamentario”. Además, Petro denunció que en Perú se “criminaliza la protesta” y se “persigue a los movimientos populares”, generando una dura reacción por parte de Lima.

En respuesta, la cancillería peruana calificó las afirmaciones como “agravios reiterados” e inmediatamente llamó a consultas a su embajador en Bogotá, además de emitir una nota diplomática de protesta. Este episodio revive una serie de tensiones acumuladas desde 2023, cuando el Congreso peruano declaró persona non grata al presidente Petro, tras comparar a policías peruanos con nazis en el contexto de las protestas sociales.

Aunque la Cancillería colombiana ha tratado de suavizar el impacto de las declaraciones, reiterando su disposición a mantener canales diplomáticos abiertos, también ha respaldado la preocupación por los derechos humanos en la región, lo que no ha sido suficiente para calmar los ánimos.

Analistas en relaciones internacionales advierten que la situación podría afectar seriamente la cooperación bilateral en temas sensibles como migración, comercio, lucha contra el narcotráfico y participación conjunta en organismos como la Comunidad Andina (CAN) y la Alianza del Pacífico.

Más allá de una disputa coyuntural, expertos subrayan que el conflicto responde a visiones opuestas sobre democracia y poder, en un contexto regional donde las diferencias ideológicas entre gobiernos tienden a generar enfrentamientos diplomáticos cada vez más frecuentes.

Por ahora, aunque no se ha producido una ruptura formal de relaciones, la relación bilateral parece estar en su punto más delicado en más de una década.