La figura de Armando Benedetti vuelve a generar controversia en el Gobierno de Gustavo Petro, desatando una nueva crisis interna y cuestionamientos tanto dentro como fuera de la Casa de Nariño.
El barranquillero de 57 años, tras dejar la embajada ante la FAO, se autoproclamó este martes como asesor presidencial con el objetivo de fortalecer la relación del Ejecutivo con el Congreso. Sin embargo, su llegada a Bogotá no fue bien recibida por diversos sectores, incluyendo aliados del propio gobierno, quienes expresaron su descontento y solicitaron claridad sobre su nuevo rol.
Entre las críticas más contundentes destaca la de Sergio Fajardo, quien calificó el nombramiento como una representación de «corrupción, irrespeto y vulgaridad». Además, la ausencia de varios ministros en un reciente Consejo de Ministros reflejó el descontento interno. Según Iván Cepeda, la decisión de incorporar a Benedetti «cuestiona severamente la compatibilidad» con los ideales del proyecto político liderado por Petro.
Un pasado polémico que sigue pesando
Benedetti no es ajeno a las controversias. Su influencia en la campaña presidencial de Petro fue vista con recelo, especialmente por su pasado cercano a los gobiernos de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos. Posteriormente, su rol como embajador en Venezuela y ante la FAO estuvo rodeado de escándalos, desde denuncias de violencia de género hasta presuntos manejos irregulares en la campaña presidencial.
Los audios filtrados, donde Benedetti afirmaba haber conseguido millonarios recursos para la campaña de Petro y amenazaba con revelar información comprometedora, añadieron más leña al fuego. A esto se sumaron acusaciones de su relación con la excongresista Aida Merlano y su supuesta participación en el caso de la niñera Marelbys Meza, quien fue sometida a un polígrafo en circunstancias cuestionables.
¿Un aliado o una carga para Petro?
Aunque Benedetti asegura estar comprometido con el éxito del gobierno, su historial y las tensiones que genera en el círculo cercano de Petro hacen que su regreso sea percibido como un movimiento arriesgado. Las divisiones internas y las críticas externas auguran un panorama complicado para el mandatario, quien deberá decidir si el polémico exsenador es una pieza clave o un obstáculo en su gobierno.
El desenlace de esta novela política aún está por escribirse, pero lo que es seguro es que Benedetti sigue siendo una figura que no pasa desapercibida y cuyo impacto en el Gobierno de Petro está lejos de resolverse.