Por: Nixon Carvajal.
La reciente y sorpresiva orden de captura que emitió la Corte Penal Internacional en contra del Primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, obedece más a la fuerte presión política del mundo antisemita, antisionista y negacionista del Holocausto Nazi, que a una certera realidad.
En el texto de la CPI se acusa al Primer Ministro hebreo de «crímenes de guerra y contra la humanidad en Gaza, en donde Israel ha matado a cerca de 44.000 palestinos».
La decisión también cobija al exministro de defensa israelí, Yoav Galant y al ex cabecilla de Hamas, Mohamed Deif, quien lideró el ataque terrorista del 7 de octubre de 2023 en Tel Aviv, aunque las FDI aseguran que fue abatido en un operativo.
El tribunal aclara que los actos investigados ocurrieron en el lapso, del 8 de octubre de 2023, al 20 de mayo de 2024, fecha en la que el fiscal Khan de la CPI, solicitó las órdenes de detención.
Según comunicó la CPI, el proceder del Primer Ministro probablemente no cumpla las condiciones al nivel de delito de «exterminio”, como crimen contra la humanidad, pero sí puede considerarse «asesinato”.
La providencia del órgano de justicia al momento de calificar de «asesinato» el procedimiento militar liderado por Netanyahu, impone un veredicto totalmente desproporcionado, que no corresponde al sentido correcto de la acción armada, ya que Israel respondió de manera contundente, legítima y constitucional a su derecho de defensa de la población tras la agresión de la que fue víctima por parte de la organización terrorista.
La fuerza armada de la nación santa dispuso todo su componente militar y humano para afrontar la lucha definitiva en contra del enemigo, atrincherado de forma cobarde en sectores residenciales de Gaza y utilizando a inocentes como escudos humanos.
La sentencia del tribunal de La Haya, que es de carácter vinculante, hace una serie de reseñas, no confirmadas y que claramente no son el resultado de una investigación imparcial y objetiva, en campo de guerra.
La Corte manifiesta que se observan «motivos razonables” para creer que Netanyahu y su exministro de Defensa utilizaron de forma deliberada el hambre como arma contra la población palestina en la Franja de Gaza. Así mismo, el concepto judicial declara que se imposibilitó abastecer a las personas de agua, electricidad y asistencia médica.
Contrario a lo que se afirma, los reportes oficiales ratifican que en todo momento el alto mando militar israelí dispuso la creación de corredores humanitarios en espacios establecidos, con el fin de distribuir alimentos y agua potable.
En el mismo sentido, no hay certeza que los cortes de electricidad hayan sido provocados por soldados israelíes, como tampoco existe demostración del supuesto bloqueo a la asistencia médica. Lo que sí ha sido objeto de evidencia es la maniobra agresiva de los desadaptados de Hamas, para inhabilitar las redes de suministro de energía a hospitales y edificaciones de la Franja.
La injusta presión diplomática, armada y como en este caso, judicial, en contra del valiente pueblo judío no cesará, en tanto que su respuesta a la defensa tampoco claudicará.
El pueblo judío es la víctima de un infundado e histórico rencor forjado en su contra. Israel es el mejor ejemplo de supervivencia, valor y lucha contra una perversa narrativa que injustamente lo señala de ser el malo de la historia. La realidad es otra.