por: Nixon Carvajal.
La décimo sexta Cumbre de los BRICS, celebrada en Kazan, Rusia, finalizó tras dos días de discusiones.
Aunque el tema central del encuentro tenía como objetivo sumar iniciativas hacia la implementación de un sistema financiero único que pueda contrarrestar el poder del dólar en la economía mundial, uno de los hechos destacados fue la respuesta negativa a la intención de Venezuela de ingresar al selecto grupo de naciones emergentes, liderado por Rusia.
La decisión es el resultado de una propuesta adoptada por el presidente brasileño Lula, quien literalmente promovió ante el comité central, un veto a la entrada de la nación suramericana al seno de los BRICS.
Se cree que la posición de Brasil tiene que ver con la grave inestabilidad económica por la que atraviesa Venezuela para asumir un lugar privilegiado en el organismo multilateral. No obstante, las verdaderas razones tendrían un mayor peso derivado de la actual crisis política y social de Caracas, tras la denuncia de fraude en las elecciones presidenciales y el sistemático proceso de represión, tortura y secuestro de centenas de opositores al régimen, incluidos menores de edad.
El hecho, como era de esperarse, cayó como un baldado de agua fría en Miraflores. En sus intervenciones previas al encuentro de los BRICS, Maduro daba por descontada la aprobación a su solicitud de acceso. El dictador venezolano anhelaba el visto bueno de Putin para entrar por la puerta principal, sin embargo, no contaba con que su colega y camarada ideológico brasileño, bajara el pulgar a su sueño.
A pesar de la férrea oposición de Brasil, la esperanza se centraba en la capacidad de decisión del presidente Putin, de quien se suponía que por cercanía ideológica lograría persuadir a la delegación carioca para cambiar su postura, pero el ex espía de la KGB, ni siquiera se molestó en considerar la más mínima posibilidad de ejercer sus buenos oficios por el camarada Maduro.
De nada sirvió el sempiterno respaldo del mal recordado Hugo Chávez a la madre Rusia.
En uno de los mejores momentos de la bonanza petrolera y con la chequera con varios ceros a la derecha, el coronel lideró una inusitada carrera armamentista de su sistema de defensa nacional, adquiriendo de empresas del aparato militar ruso los más sofisticados lotes de fusiles, unidades anti aéreas, carros blindados, artillería de última generación y modernos aviones Sukoi, de quinta generación.
Con el carrito de compras repleto, el extinto mandatario dejó buenos dividendos en las arcas de Moscú. Eso hoy no lo recuerda Vlad.
El Kremlin, bloqueado por Estados Unidos para abiertamente adelantar negocios con el mundo occidental, durante años se conformó con realizar sus intercambios comerciales con estados igual de herméticos y represivos, como China, Irán, Siria y Corea del Norte, sin embargo, Venezuela, uno de sus preferidos satélites ideológicos, rompió el embargo con el hemisferio, para cerrar no sólo acuerdos petroleros, sino apoyo militar y logístico.
Igualmente, Venezuela ha sido un vasallo leal a los intereses de Putin, tras dos años y medio de la invasión a Ucrania. Caracas en todo momento apoyó la irrupción sumando su posición a la justificación de Moscú, según la cual la intervención obedece a la necesidad de “desnazificar” a Kiev. Una excusa tan demencial como insana, que indudablemente solo podía tener respaldo en un gobierno igual de demencial e insano como el del vecino suramericano.
Desde Moscú olvidaron que en diversas oportunidades, Chávez y Maduro adelantaron maniobras navales conjuntas en las costas de Venezuela, como forma de mostrarle los dientes a Washington y dejar en claro de lo que podría ser capaz Rusia en caso de alguna eventual escaramuza armada. Fueron muchos gestos de provocación originados en el mismo Kremlin, que contaron con la mano amiga de su aliado Caracas, que como siempre, dejó su espacio marítimo a disposición y servicio de corbetas, destructores, acorazados y submarinos nucleares provenientes del remoto estado ruso. La posición geográfica de Venezuela es la ideal y estratégica para los intereses rusos ante una casual operación militar.
Mientras el bloque de los BRICS, en pleno, le cerró las puertas a Venezuela, los estados de Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos y Etiopía fueron confirmados como nuevos miembros. Inimaginable la frustración y el dolor en el arrogante corazón del dictador, quien desbordaba optimismo por su posible anexión al selecto grupo.
Al tirano y corrupto ex chofer de autobuses de nada le sirvió su reconocida verborragia socialista para alcanzar su objetivo, ni su capacidad aduladora y sentido de la hipocresía para influir, tal como lo expresó a su llegada a la Cumbre: “un saludo desde el amor más profundo de la hermandad, desde la diplomacia de paz, a todo el pueblo de Rusia”. Sus palabras no cautivaron al premier ruso.
Maduro fue tan merecidamente ignorado, que ni le autorizaron salir en la foto oficial, con el resto de mandatarios. Salió por la puerta de atrás, humillado y derrotado. No obstante, a pesar del fracaso diplomático, le quedará la satisfacción de ser el mejor idiota útil de Rusia.